3042 - Deseo
No escuches el consejo del asceta,
de reprimir la garra del deseo;
más bien déjalo libre; su ajetreo
estimula el talento del poeta,
y la sed del amante, que interpreta
cada impulso, no ya como aleteo
trivial, mas como fiero martilleo
que robustece el hierro, no lo agrieta.
Porque de hierro somos, no de arcilla,
azagayas enhiestas en la orilla
de un mundo casi nuestro, conquistable.
Y para tal proyecto requerimos
esa fuerza que sólo descubrimos
en un hambre vital irrevocable.
Los Angeles, 5 de octubre de 2012