340 - Archipiélago
Qué regalo del mar, islas desiertas,
inexploradas, nunca solitarias,
al espíritu exhausto hospitalarias,
sin murallas, obstáculos ni puertas.
En estas horas de mi vida inciertas,
dormido en situaciones rutinarias,
me ofreceis perspectivas visionarias
tan sólo en vuestro encierro descubiertas.
Seguro de tan cálida acogida
dejo mi casa en sigilosa huída,
y me refugio en vuestra soledad.
Oh, mis islas, mis sueños, mi retiro,
sólo en vosotras de verdad respiro
lejos de tan absurda realidad.
Los Angeles, 26 de marzo de 2000