3468 - Dardo
Ha madurado el niño dios Cupido,
y ahora maneja el dardo, no la flecha.
Más músculo en el brazo, lo aprovecha
para hacer su atentado más temido.
El arco era su juego y, divertido,
se vendaba los ojos, sin sospecha
de a quién hería, o cómo; el de hoy acecha,
y proyecta su ataque, decidido.
Su dardo es una lanza arrojadiza,
traspasando al amante, que agoniza,
mas sin el beneficio de la muerte.
Se desangra en la mente y en la entraña,
mientras el joven dios canta la hazaña
y con la pena de otros se divierte.
Los Angeles, 6 de octubre de 2013