402 - Inexistencia
Se me derrumban de los labios besos
que nunca pude dar, rosas ajadas
de frescura perdida en madrugadas
con frío descendiendo hasta los huesos.
Entre los dedos languidecen presos
roces que no alcanzaron las almohadas,
caricias con afán de ser tatuadas,
temblores ávidos de ser traviesos.
Se me evaporan lágrimas amargas
acumuladas en las noches largas
de escaso gozo y alta soledad.
Abdicaré de labios, manos y ojos,
de la prisión de mi vivir cerrojos,
y alcanzaré tal vez mi libertad.
Los Angeles, 19 de diciembre de 2000