474 - Inevitable despedida
Me has azotado, vida, y no me quejo,
porque tu adversidad me ha hecho más fuerte;
joven ayer luché por retenerte,
y hoy, si quieres marchar, marchar te dejo.
El hombre que me observa en el espejo,
carente de ilusión, tal vez advierte
que le ronda el espectro de la muerte,
y hundirse puede al fondo del reflejo.
Y sin embargo, esboza una sonrisa
como quien sabe responder sin prisa,
sin sobresalto a la última llamada.
Porque, en definitiva, ¿qué es la vida,
sino una inevitable despedida
desde el momento en que nos fue otorgada?
Los Angeles, 2 de julio de 2001