507 - Intima alianza
¡Ay, qué destino el tuyo tan aciago!
que admiras en la rosa las espinas,
en tu propio sendero plantas minas,
y en cada aurora esperas nuevo estrago.
De nuevo enciendes fuegos que yo apago,
y a mi restauración siguen tus ruinas;
¿no ves que en tus temores determinas
que cuando tú naufragas, yo naufrago?
Tu mano de tal modo a mí se aferra
que sobre el mar azul, la parda tierra,
o por el aire transparente vamos
en íntima alianza indisoluble;
y aunque el paisaje alguna vez se nuble,
por él vinimos y por él marchamos.
Los Angeles, 4 de agosto de 2001