574 - Siempre dos
No veremos el fin, en el amor,
ni de tu soledad ni de la mía;
paralelas irán, como una vía,
compartiendo tan sólo su temblor.
Es el amante colonizador
en busca de amalgama; desconfía
de heterogeneidad y autonomía;
hay en su fibra un toque destructor.
Vano el intento de imponer tu estilo
a campo abierto o con sutil sigilo:
Nunca seremos uno, siempre dos.
Dos que se buscan y tal vez convergen,
que luchan entre sí, y al fin emergen
libres y unidos como un breve adios.
Los Angeles, 3 de febrero de 2002