611 - Sólo hay cenizas
Estoy vivo, y no sé, ni me interesa,
de qué me sirve desgranar los días;
las más absurdas fantasmagorías
han perdido el carácter de sorpresa.
La edad es azagaya que atraviesa
júbilos, esperanzas, rebeldías,
torna ilusiones en melancolías,
y clava el labio que bendice o besa.
El tiempo se nos va, se está muriendo
como un susurro, más que con estruendo,
en la quietud de arenas movedizas.
El viento del cansancio apagó el fuego,
con su nube de polvo quedé ciego,
ya en el fondo de mí sólo hay cenizas.
Los Angeles, 28 de marzo de 2002