651 - Tu ancho mar
Tantos surcos esperan a tus pies
recibir las semillas a voleo…
Yo sembré y coseché, mas no poseo
ni una espiga: Soy antes, tú después.
Dorado está tu campo de la mies,
seco el rastrojo en que mi vida empleo;
es mayor la distancia en que te veo
que la aritmética con que me ves.
Aún así olvidaré tal discordancia;
déjame hundirme en tanta exhuberancia,
déjame bracear tan ancho mar.
Abre sus olas de oro a mi odisea,
que si la edad mis sienes ya blanquea,
por ti y en ti y contigo he de zarpar.
Los Angeles, 4 de julio de 2002