660 - Reciprocidad
Apuntálame el alma y la memoria,
que ni una se derrumbe, ni otra olvide;
tu abrazo, círculo de acero, impide
que hoy sean ruinas lo que ayer fue gloria.
Tan delgada es la línea divisoria
que entre vigor y flojedad reside,
que si hoy tal vez mi voluntad decide,
mañana será tuya la victoria.
Cuando mi robustez se desmorone,
tiemble el brazo, y la mente no razone,
álcese pertinaz tu fortaleza.
Y al oscilar la torre de tu ensueño,
avanzará mi brío en el empeño
de mantenerla pieza sobre pieza.
Los Angeles, 3 de agosto de 2002