683 - Convergencia de senderos
Tras el telón del tiempo aprisionada,
mi hora sonó mucho antes que tu día;
ajeno a tu existencia, te intuía,
sabiéndote hacia mí predestinada.
Vagabundeo de alma desolada
fue mi vida, pensando que eras mía,
mientras en otra almohada amanecía
la luz de tu sonrisa extraviada.
Tantos años, amores, esperanzas,
malgastados en áridas andanzas
por caminos extraños, polvorientos...
Pero hoy, rasgado ese telón aislante,
te llevo de la mano, aunque distante,
mezclándose, por fin, nuestros alientos.
Los Angeles, 13 de octubre de 2002