688 - Desvelo
Desnuda estás. La noche se ha vestido
de ausencia y soledad. Nadie te mira.
Arde tu lecho, y tú, sobre la pira,
inmolada a los dioses del olvido.
Tu silencio no es calma, es alarido
de cuerpo insomne que incesante gira
en las horas sin fin; es llanto, es ira,
por sentir sin sentido tu sentido.
Sembrada está tu piel de sensaciones,
madura ya la mies de las pasiones,
pero no hay labrador para la siega.
Ah, tus espigas altas y doradas,
irrigadas con lágrimas de almohadas,
qué trémulas esperan en tu vega.
Los Angeles, 15 de noviembre de 2002