783 - Confidencialidad
Tú, pedestal de bronce en que se asienta
mi estatua de dolor, foso en que vierte
sus lamentos el alma, contrafuerte
en que me apoyo si el pesar aumenta.
Tú, delicada candidez que ahuyenta
sombras de duda, pánico de muerte;
si no hubiera llegado a conocerte,
qué indefensa mi vida, qué sedienta.
Cada palabra tuya reconstruye
cuanto la hiriente decepción destruye,
suave tacto de labios, ojos, mano,
emanando en calor de tu distancia;
nunca el tibio matiz, la disonancia,
sólo tu íntimo estilo tan humano.
Montreal, 18 de mayo de 2003