792 - Transformación (IV)
El ángel de Teverga ha ennegrecido
sus alas de jazmín, su vestimenta,
punzante en cada dedo le revienta
un espolón de acero retorcido.
De las palabras suaves, al oído,
de la armónica calma, la hora lenta,
de la sincrónica erupción violenta
de sentimiento, estímulo y sentido;
de todo cuanto fue sueño y suceso,
nostalgia e ilusión por el regreso
al albergue dormido en lejanía;
hoy sólo queda un antro profanado,
un ángel negro, un fuego sofocado
por cenizas de absurda fantasía.
Los Angeles, 24 de mayo de 2003