849 - Acariciador lenguage
Pálidas las palabras languidecen
sin la intrépida fibra de mi ayer;
he limado sus garras al nacer,
y sólo tenue rozadura ofrecen.
Los encrespados gritos enmudecen,
se repliegan polémica y poder,
como las luces del atardecer
ante la oscuridad desaparecen.
Se cierne sobre mí la sombra suave
de una nueva visión, y ella es la clave
de mi lenguaje actual, más circunspecto.
Mis palabras no rasgan, acarician,
perdieron su vigor, pero ahora inician
más delicado, seductor trayecto.
Los Angeles, 8 de agosto de 2003