856 - Claustro (VII)
El incienso del canto gregoriano
se desenvuelve en graves espirales
de sonido, cercando los rosales
como invisible, agigantada mano.
Los mismos pasos, eco cotidiano,
sobre las viejas losas desiguales,
tras los esbeltos arcos ojivales,
cuerpo inmediato, espíritu lejano.
Y yo en mi claustro interno me paseo,
la mente en horizonte que no veo,
el corazón aquí y en lejanía.
Parezco andar en círculos cuadrados,
una vuelta, otra vuelta, cuatro lados,
y en el aire una triste melodía.
Los Angeles, 10 de agosto de 2003