858 - La nave (IX)
A pecho abierto espera el frontispicio
el giro de la puerta de madera,
el corazón, en sombras, a la espera
del canto gregoriano del oficio.
Satura la oquedad del edificio
ligero olor a derretida cera,
el sol perfora a chorros la vidriera,
se inicia en el altar el sacrificio.
El órgano revienta sus trompetas
con voz de apóstoles y de profetas,
la nave en lúgubre penumbra anclada.
Y tu nave, en silencio, se adormece,
sin música, sin luz, y no parece
capaz de abrir y autorizar la entrada.
Los Angeles, 12 de agosto de 2003