980 - El mayor regocijo
Me enriquezco de aquello que no muere;
las amantes se van, el amor queda,
aunque en la cara y cruz de la moneda
sólo un lado, la cruz, nos pretendiere.
A cambio de sus rosas no requiere
justa retribución la rosaleda,
ni exigirá favores la arboleda
si un alto el peregrino en ella hiciere.
No está en la aceptación el alborozo,
ni deberá el desdén causar sollozo,
el mayor regocijo está en la entrega.
Ama tenaz, desesperadamente,
que quien ama se otorga lo que siente,
y quien no ama a sí mismo se lo niega.
Los Angeles, 14 de diciembre de 2003