LE1 - Francisco de Quevedo
“No he callar por más que con el dedo,
ya tocando los labios, ya la frente,
silencio mandes o amenaces miedo.”
Un lugar especial para Quevedo
hay en mi corazón y en mis estantes,
y un rumor de sonetos elegantes
bulle en mi mente con susurro quedo.
No hubo rincón en su alma para el miedo,
y España y Roma fueron sus amantes;
sus sátiras bruñidas y punzantes
espadas son forjadas en Toledo.
Vio con dolor el desmoronamiento
de las murallas de su patria amada,
y soñó en su moral renacimiento.
Su acusadora voz fue desterrada,
pero siguió elevándose en el viento,
alejada quizás, no silenciada.
Los Angeles, 23 de julio de 1997