LM28 - El rapto de Europa
No ví en sus ojos la violencia oscura
que al toro hermano enturbia la mirada;
sólo en ellos mi imagen reflejada,
en nítida y brillante miniatura.
Acaricié su piel de nata pura,
y dejé su testud engalanada
de guirnalda tejida a la alborada
con flores que adornaron mi cintura.
Me encaramé a la grupa, y al momento
se levantó con ágil movimiento,
y me llevó sobre el azul del mar.
Siempre hay un dios que en cada enamorado
trama la posesión del ser amado,
y yo, mujer al fin, me dejé amar.
Los Angeles, 28 de febrero de 1999