Brevería 1008
No sé si es el deseo de que me hablen tus manos,
o el de gritar tu nombre con la piel de las mías;
pero muerden mi vientre desvelos cotidianos,
y las horas más bellas se me tornan sombrías.
Qué diálogo de mudos desataremos, tenso
con las ansias febriles de espera anticipada;
se elevaran las almas en volutas de incienso,
y exhaustos ambos cuerpos caerán a la alborada.
septiembre de 2002