Brevería 1059
La brutal crueldad de tu silencio
me clavetea el alma;
yo mismo me sentencio
a escuchar sin oir. Hay una calma
desesperada y tensa en torno mío,
como si el techo de mi casa fuera
a desplomarse sobre mi vacío,
y no quisiera huir, aunque pudiera.
junio de 2003