Brevería 1218
Vienes a mí como si sólo hubiera
un único asistente a tu concierto,
y hay mil ojos que observan, y no acierto
a cerrar tanto párpado en ceguera.
Pero te miro, y a tu avance firme,
sus miradas al fin se desvanecen;
sólo tus ojos glaucos permanecen,
y sobre ellos empiezo diluirme.
agosto de 2004