Brevería 1225
La melena en la espalda, no en la tuya, en la mía,
no hay rugido, hay susurro, y en la nuca el aliento,
ocho débiles garras trazan orfebrería,
dos pinceles rosados pintan ofrecimiento.
Tu melena en mi vientre, desaguándose entera
como lluvias de marzo, Nïágaras de rosas,
y ambos péndulos marcan, de cadera a cadera,
sincronizados círculos, elipses silenciosas.
septiembre de 2004