Brevería 1261
El tiempo no es el vacilante anciano
que blande en una mano la guadaña,
y estrecha la clepsidra en la otra mano;
sino la amante infiel, que nos engaña.
A todos nos recibe indiferente
entre sus muslos, doble río que huye;
y en apretado abrazo de serpiente,
nos deja entrar en ella, y nos destruye.
diciembre de 2004