Brevería 128
Peina el viento las copas de los pinos
y arrastra la hojarasca por la calle;
ante tu puerta danza en remolinos,
alza nubes de polvo en los caminos,
rueda su furia de la cumbre al valle.
Aún sin verle, no dudas su existencia;
su silbido no grita: ¡Soy el viento!
Le juzgas por su impulso y su presencia...
Juzga mi amor así, pues su evidencia
no es la palabra, sino el sentimiento.
febrero de 1998