Brevería 1287
El hombre que se acuesta contigo se ha dormido,
no ha despertado en años, tan sordo y tan ajeno
que no responde al brusco clamor de tu alarido,
sólo tu propia mano rondando cada seno.
La caricia de antaño, la palabra ferviente,
golondrinas han sido que no sabrán volver;
tan culpable es quien duerme como quien lo consiente,
levántate y camina, ya amanece, mujer.
febrero de 2005