Brevería 1586
El nombre que te encuadra me golpea las sienes
como el vital latido de un corazón hambriento;
como el ritmo creciente que despierta en los trenes
al iniciar las ruedas de nuevo el movimiento.
Y es que ese nombre estalla, repercute en la mente,
en el flujo continuo de la sangre me eleva,
hacia ti me propulsa, inexorablemente,
y al andén de destino de tu estación me lleva.
diciembre de 2006