Brevería 1865
En las manos del alma nada queda
de tanta plenitud como tuvieron;
sólo un vacío gris que se me enreda,
y apenas mis alarmas presintieron.
He vivido derrotas, y la muerte
rozóme a veces con su aliento frío;
mas nunca nada me azotó tan fuerte
como perder lo que juzgaba mío.
junio de 2008