Brevería 2155
Era infinita y ciega la escalera,
y mi descenso irreversible y mudo;
ni estrépito escuchaba, ni saludo,
tal vez nadie lo hacía, ni lo diera.
Era dejar atrás toda una vida,
la que ya fue, la que es, la que será;
era ausentarse, mas sin despedida,
huella en que nadie reflexionará.
octubre de 2009