Brevería 2175
Se alejaban las noches rodando en las callejas,
fugitivas de auroras pisando sus talones,
noches arrebozadas, como aldeanas viejas
camino de la iglesia para sus oraciones.
La tibia luz del alba les tocaba la espalda;
ellas, tan frías, ahora íbanse derritiendo.
Recobraba el paisaje su tono de esmeralda,
y los silencios negros se iban adormeciendo.
Mirábamos abrirse la luz por la ventana.
Qué prisa tiene el tiempo. Sólo queda mañana.
noviembre de 2009