Brevería 2189
Ah, ya no lloras, no, vives tranquila.
De noche, duermes, sin el sobresalto
de mano indeseada que perfila
tu contorno de piel hacia el asalto.
Pero al abrir tus ojos, de mañana,
en esa inmensa soledad del lecho,
¿no añoras el abrazo que engalana
tu desnudez, y el palpitar de un pecho?
diciembre de 2009