Brevería 2196
No fui nunca de nadie, aunque ofrecía
siempre mi cuerpo, mi alma raras veces,
jamás articulando ‘vida mía’,
ni análogos vocablos; y apareces
como el milagro que soñara un día,
o siempre ambicionara, y me estremeces.
Y me entrego, y me fluyen a raudales
tantas palabras que juzgué banales.
enero de 2010