Brevería 2277
Leñador persistente, el tiempo abate
la vida que dio al árbol su belleza,
desangra su humedad, lo descorteza,
y extingue el pulso que en su tronco late.
Yo tuve un árbol en tu fe arraigado,
crecido en casi bosque su ramaje,
y es hoy espacio hueco en el paisaje,
tras ser astilla, hollín, fuego apagado.
junio de 2010