Brevería 2324
Roza mi mano el viento, que le llega
bien a campo través, o por senderos
confluyendo en la esquina de mi casa.
Sabe de ti, su aliento me sosiega,
pero también sus tonos plañideros
me traen perplejidad que me desfasa.
Mas no le invito a entrar. Sólo mi puerta
a tu propia llegada será abierta.
septiembre de 2010