Brevería 2368
Enséñame a vivir, que estoy muriendo.
Nunca aprendí las normas de la vida.
Sólo un fragmento aquí, y allá un remiendo,
ni aceptable lección ni comprendida.
Tú, que sabes de piel y de temblores,
cuyo abrazo ha alcanzado otras cinturas,
la de muslos abiertos y en sudores,
adéntrame en tus zonas más oscuras.
noviembre de 2010