Brevería 2553
Las cosas no son ciegas, nos observan,
ni sordas, nos escuchan. Son vigías
de cuanto ocurre en derredor; preservan,
en arcanas memorias, compañías
que hemos tenido, y a la vez conservan
palabras, besos, gozos y agonías.
Suerte tenemos, al cambiar de amores,
de no escuchar sus ásperos clamores.
noviembre de 2011