Brevería 2852
En el otoño te esperé, cuando era
plácido mi reposo, y en tu mano
danzaba en embriaguez la primavera,
alternando lo ingenuo y lo mundano.
Temías al invierno, y no viniste,
recelosa de ocasos y futuro,
cuando es sólo el presente que persiste,
ni hay fruto más jugoso que el maduro.
enero de 2013