Brevería 2997
Voy hacia ti. Mi voz, cordial, te nombra,
pero no te descubres; te presentas,
no como el olmo que eres, mas su sombra.
Yo quiero ver las ramas corpulentas,
la fronda verde y oro, que se mece
al soplo de la brisa, las raíces,
cuyo abrazo a la tierra fortalece
la savia en que navegan los matices.
La sombra es una imagen deceptiva.
Yo quiero el olmo en su expresión más viva.
agosto de 2013