Brevería 3039
¿Por qué la vi tan bella, si no lo era?
¿Por qué la juzgué lúcida, sin serlo?
La fundí en plata, siendo de madera,
y me fui defraudando sin saberlo.
Al fin la realidad, con sus nudillos
de frustración, dolor y desencanto,
llamó a la puerta, me apagó los brillos,
y lentamente se apagó mi llanto.
¿No es el mismo festín a que la vida
a tantos, tantas veces, nos convida?
septiembre de 2013