Brevería 591
Debo arrojar mis labios, que no pueden besarte,
y estos ojos tan ciegos de no poder ya verte;
debo arrojar mis manos, que no logran tocarte;
debo arrancarme el sexo para que no despierte,
porque si despertara sin conseguir hallarte
volvería a dormirse en el sueño de la muerte.
He de arrojar el alma a los lobos del olvido,
que no piense que existes, ni sepa que te has ido.
julio de 2000