Brevería 953
Levé las anclas y zarpé a mi puerto,
que me aguardaba en soledad y calma;
en el tuyo dejé sentido y alma,
y aunque vivo por ti, sin ti estoy muerto.
Sólo tu nombre me ha quedado intacto
como un beso en los labios, que renace
cada vez que te llamo, tenue enlace
para quien ha perdido tu contacto.
septiembre de 2002