Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Distancia

Índice

Sonetos:
Ceguera Noche Distancia Abuso Apatía En tí
Poemas:
Hacia atrás Beso Deja Pérdida El castillo Horizonte Lucha interior Mi barco Canciones ingenuas Subyugada
seperador

Breverías

422
¿Qué te queda sino te quedo yo? Ni a tí misma te tienes, siendo mía; eremita sin otra compañía que el sol que irá y el aire que pasó.

423
No quiero amor de líneas verticales, de pudorosos ojos en la altura; le quiero horizontal, de sombra oscura, miembros tensos e instintos animales.

424
Inmóvil te imagino, mirada indefinida, inexpresiva, en horizonte absurdo, a la deriva, sin ver que voy marchando en tu camino.

425
A tantos sueños me invitaste, a tantos, y a tantos de mis sueños te llevé; mas sólo quedó el eco de mis cantos cuando al fin despertaste y deperté.

426
Oh, el espejo, custodio de secretos, testigo universal, que observa y calla; sin presentar chantaje ni batalla ni a los prudentes ni a los indiscretos. Cuántos estratos de íntimas escenas guardan los sótanos de sus archivos, silenciosos, incomunicativos... ¿Serás tú, de mis gozos y mis penas?

427
Si tuviera alas de acero tal vez podría volar sin fatiga, sin cesar... o me cansara primero. Si de material ligero, quizá tan alto llegara que ni el águila lograra tanta altitud..., o quizás sucumbiera una vez más si un ala se me quebrara.

428
La imagen que guardaba de aquel día poco a poco se me ha desfigurado, y el abrazo de luz que la ceñía en cinturón de sombra se ha trocado; en el hogar, donde la lumbre ardía, sólo cenizas hay...Qué desolado el paisaje interior y su latido, al ver que al fin has desaparecido.

429
Si el júbilo se me ordena, claudicará mi alegría; que al exigirse, se alía el regocijo a la pena.

430
Tan inmóvil, casi muerta, tan ausente, tan perdida, que estás más viva dormida, pero te amo más despierta, eterna desconocida.

431
Quiero vestir armadura para hacerme invulnerable, que me haces sentir culpable hasta de la noche oscura, de lo firme y lo mudable.

432
Noctámbula de paso imperceptible, sin estrella polar, vida vacía, cómo has filtrado en mi alma esa apatía, que al verla en tí se me hizo incomprensible.

433
No hay siempre, ni jamás, sólo fragmentos colgados del reloj penduleante, procurando en vaivén nuevos intentos cuya inconstancia es lo único constante. Y así vienen y van los sentimientos, sin permanencia, a ritmo visitante, porque sólo el presente está seguro, e incierto como el viento es el futuro.

434
Aspiro a ser el íntimo mensaje, no me contenta ser el mensajero, que éste quizá se pierda en el paisaje, y aquél vivirá en tí imperecedero.

Sonetos

221 - Ceguera
Me decía con frecuencia: “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.
Y me lo reiteraba cada día, como tratando de autoconvencerse; mas su mundo empezaba a oscurecerse, su pobre corazón ya no veía. Casi sin esperanza, en lejanía, pensé que una vez más fuera a ofrecerse, pero todo calló y cayó, al volverse amarga realidad mi fantasía. Creí, esperé, me dí, y ahora mi mano quedó vacía al entregarme en vano, y el corazón cansado de mirar, sin ver ni lo esencial ni lo accesorio, de aquel amor tal vez tan ilusorio que no fue más que un acto de soñar.
Los Angeles, 22 de junio de 1999
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222 - Noche
De la noche nos hemos apropiado y hemos de repudiar la madrugada; la aurora representa una lanzada de luz, borrando cuanto se hubo amado. Vivos rumores, aire perfumado, invidente pasión, desarraigada de colores, dormida la mirada, con el tacto en contacto alborozado. Sigamos en la sombra, prolonguemos la íntima oscuridad en que no vemos, mas sentimos la forma que abrazamos. Noche apagada a claridad externa, quédate inmóvil, permanece eterna, que más vivimos si en tu seno amamos.
Los Angeles, 25 de junio de 1999
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223 - Distancia
Desciende de tu nicho, estatua fria, sal de tu mausoleo, mujer muerta, alma muda y letárgica, despierta, y cólmate de mí, que estás vacía. Has trasformado nuestra lejanía en un alejamiento tal, que injerta en el árbol de amor de nuestra huerta una rama de olvido y apatía. Tal vez no puede amarse lo intangible, sea espíritu ciego, inaccesible, o dos materias en separación. O tal vez en tu mente has decidido que cuanto entre los dos ha sucedido, fue un sueño, un espejismo, una ilusión.
Los Angeles, 27 de junio de 1999
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224 - Abuso
Los senos por tus manos retorcidos, en el vientre las marcas de tus botas, los ojos ciegos de llorar derrotas, el miedo trepidante en los latidos. Los sueños del amor, desvanecidos; las esperanzas e ilusiones rotas, callada la canción, hueca de notas, los sentimientos muertos o fingidos. El camino iniciado de la mano, ha engendrado una víctima, un tirano, y una tragedia viva entre los dos. Quizá un día la víctima levante su brazo imprevisible y fulminante, y acabe lo que no contuvo Dios.
Los Angeles, 1 de julio de 1999
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225 - Apatía
En las profundidades he yacido, siendo la oscuridad mi medio ambiente; y el espacio exterior, resplandeciente, un sueño fue, tal vez sueño prohibido. Abúlico viví, semidormido, vestigio del antiguo combatiente, incapaz de nadar contra corriente, en la pereza gris del abatido. Reconocí las voces familiares en tumulto de charlas y cantares bajando al núcleo de mi oquedad. Y seguí en la quietud de mi indolencia, sin alterar mi insípida existencia, carente de incentivo y voluntad.
Los Angeles, 5 de julio de 1999
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226 - En tí
¿Cuánto de mí reside en tu intelecto, cuánto en el alma, cuánto en la costumbre? ¿Seré el concepto que tu mente alumbre, a caza de razón, causa y efecto? ¿O la acción repetida, y el proyecto, el sendero común, la certidumbre, la voz perdida entre la muchedumbre, el programa pragmático y perfecto? Hazme parte integral de tu rutina, deja que tu cerebro me defina como la idea universal más tuya. Pero ante todo, abráceme ferviente tu intimidad, y en ella residente brote mi vida y de tí misma fluya.
Los Angeles, 13 de julio de 1999

Poemas

Hacia atrás
“Me destierro a la memoria, voy a vivir del recuerdo”. (Unamuno)
Innumerables huellas se aglomeran rodeando mis pies en el sendero, obstruyéndome el paso, cual jauría de sigilosos lobos al acecho. Identifico algunas que junto a mí marcharon otro tiempo, desertándome un día, quizá en desilusión o descontento. Otras más nuevas son, desconocidas, pero creo escuchar en su silencio ecos de la lejana indiferencia que intentaste ocultar y ahora comprendo. Todas vienen de tí, las familiares, que iniciaron sin mí nuevo trayecto, y las extrañas, que aún llegando tarde, me salen al encuentro. Yo esperaba un camino sin rastro del ayer, libre y exento de mis sentimentales utopías, de un pasado que ya pensaba muerto. Y ahora se me acumulan en confuso arabesco, bloqueando mi curso, paralizando el nervio de pies y manos, sumergiendo el alma en un bloque de hielo. Ya no quiero luchar, y aunque quisiera, tal vez carecería del esfuerzo. Me sentaré a la vera del camino, me embozaré en un manto de silencio, y volveré de nuevo a tí la vista, viviendo una vez más de los recuerdos.
Los Angeles, 19 de junio de 1999
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Beso
Beso de ayer, sin alas, débil rayo de luz crepuscular, carente de humedad, inepto ensayo de joven que no sabe improvisar. Beso de ayer, precoz, insatisfecho, casi superficial, medio robado, deslizando la mano sobre el pecho, tembloroso, fugaz, precipitado. Ese beso, ¿recuerdas?, parecía epítome de todos los amores... y no fue más que una figura fría sin luz propia, tan sólo reflectores. Pero hoy he de besarte con la sabiduría de los años, que trae destreza engalanada de arte, con besos solitarios o en rebaños. Con las ansias sacrílegas, brutales, de que el César romano nos dio ejemplo desflorando las vírgenes vestales sobre el altar del templo. Con la fuerza salvaje de Gengis Kan y de sus hordas fieras, poblando de desnudos el paisaje entre pirámides de calaveras. Será un beso tabú, jamás prohibido a Faraón egipcio, a Inca peruano, de perverso placer, distribuído sobre la hermana amante del hermano. Un beso desbordando la violencia del vikingo al asalto a sangre y fuego; beso sin ley, sin culpa, sin conciencia, sin doblegarse a súplica ni a ruego. He de besarte con la furia insana del sacerdote azteca, que al cautivo rasga el pecho con hoja de obsidiana para extraerle el corazón aún vivo. Mas si un beso quisieras tan ligero como las alas de la mariposa, como los blancos copos de febrero, brisa de abril o pétalos de rosa; un beso así lo encontrarás temblando en mis labios también, siempre a la espera, y en los tuyos caerá, apenas rozando la húmeda piel de suavidad de cera. Un beso con trasfondo de violines, vaivén de olas azules, noche en calma, aroma de jazmines, doble caricia sobre cuerpo y alma. Ven, y te besaré en la ambivalencia de la agresividad y la ternura, de la obsesión tenaz y la inocencia, de la serenidad y la locura. Beso de intensa dualidad completa amasada de músculo y de idea, beso que arrulla, satisface, inquieta, parece destruirte, y te moldea. Bésame tú también como te beso desde nuestra experiencia de la vida, con suavidad, con furia, con exceso, con ese beso que jamás se olvida.
Los Angeles, 22 de junio de 1999
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Deja
Si los mínimos dedos de la lluvia tiemblan sobre tu rostro y se deslizan; si te envuelve el embozo de la ligera capa de la brisa; si el espejo sonríe cada vez que le miras; y se elevan del mar múltiples senos hacia la clara luz de manos tibias; deja a mis dedos dibujar tu imagen en prolongada, trémula caricia; deja a mis brazos circundar los hombros en actitud tajante, posesiva; a mi rostro flotar en los radiantes, oscuros círculos de tus pupilas; y entera libertad en estas manos, que anhelantes están de hacerte mía.
Los Angeles, 23 de junio de 1999
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Pérdida
Recórreme la ruta del recuerdo, tan desierta sin tí que nadie ha impreso huellas sobre tus huellas, y me pierdo en la niebla que impide tu regreso. El ángel del olvido contra mi mente alzó espada de hielo, y amanecí en las sombras, abatido, mi pasado filtrándose en el suelo. ¿En qué color tus ojos se perdían? ¿Tu cabello era liso, u ondulado? ¿Eran lentos tus pies, o parecían danzar a un ritmo alegre, acelerado? No sé, porque me miro y no te veo, se me ha desvanecido tu figura, y lo único de tí que ahora poseo es un presagio: Nada más perdura. Quisiera recobrarte en todo el esplendor que hubo en tí un día; resucitar la idea y cincelarte con el mismo perfil que antes tenía. Mas no lo podré hacer si no regresas por el sendero azul de la memoria, demostrando que cantas, lloras, besas, y borrando tu línea divisoria.
Los Angeles, 24 de junio de 1999
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El castillo
Rendido ayer a mí, a puertas abiertas, castillo de mis sueños, entré en tu intimidad, y fui aceptado, siendo tu posesor, mas no tu dueño. Y así ambos lo entendimos, y el pacto se firmó de mutuo acuerdo. Pero fuera estoy hoy de tus dominios, perdido, abandonado, en desaliento, viendo cómo construyes en torno a tí murallas de silencio, cómo has perdido el sol, y ahora se encuentran en eclipse total tus sentimientos. No vestiré coraza ni he de calarme el yelmo, ni avanzaré hacia ti movilizando mis máquinas de guerra en un asedio. No son mi estilo ruego ni insistencia, de la fuerza me abstengo, y si de nuevo he de cruzar el puente, y entrar en tu recinto, habré de hacerlo, no al son de las trompetas, sino al calor de un nuevo ofrecimiento. Aunque sólo quisieras hacerme en tí, castillo, prisionero…
Los Angeles, 30 de junio de 1999
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Horizonte
Despliégate, horizonte, que aún distante, contigo estoy; tu dimensión me ofrece la unión de tierra y cielo, que parece superponer amante sobre amante. Tierra quisiera ser, o quizá cielo, hoy vencedor, mañana conquistado, ser arrebatador y arrebatado, dando la espalda o bien mirando al suelo. Si sobre mí, no apartaré la vista de quien reposará sobre mi pecho; me agitaré pletórico en el lecho, y me doblegaré a lo que me insista. Si sobre ella, será mi iniciativa la caricia absoluta, íntimo toque, el avance frontal que desemboque en irrupción ferozmente explosiva. Horizonte, no quedes tan lejano, que esta línea de cielo en esta tierra tan firme está, con tanto afán se aferra, que lo exige al alcance de la mano.
Los Angeles, 5 de julio de 1999
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Lucha interior
Las sombras negras del sustrato interno convocaron de noche un aquelarre de brujas desdentadas junto al fuego, con siniestros designios; alacranes arrastrando aguijones en el polvo; víboras deslizándose fugaces. Todos se alzaron contra tí y tus luces, para extinguir su brillo y sepultarte. Trasfondo de sospechas y recelos obstruyendo el torrente de la sangre, y desecando el corazón, que frena sus latidos con ritmo agonizante. El bien y el mal, la angustia y el ensueño, ingratitud y amor, gozo y pesares, en lucha maniquea, culminando en victoria incompleta entre rivales, sin la aniquilación definitiva del principio del mal, y su mensaje. La sombra yacerá en su propio seno, y volverá a entablar nuevo combate contra la luz, la paz y la armonía, y perderá otra vez, o quizá gane. Y sentirás en tu alma este revuelo, y sentirán tus fuerzas el desgaste, y te verás abandonada y muerta, pero siempre podrás resucitarte. Que es el amor batalla permanente, sin ordenanza, tregua, o desenlace.
Los Angeles, 5 de julio de 1999
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Mi barco
Desprendido de tí, quedé sin lastre, si con más libertad, menos firmeza, dejando a la corriente que me arrastre, dormida el alma, alerta la cabeza. Ambos, temor y amor, decapitados, más insensible, menos vacilante, tantos ayeres ya desairragados, y el hoy hacia el mañana navegante. Quizá mi barco a la deriva vaya, desarbolado, sin timón, perdido, y encallará en una lejana playa, y yo en el puente aún estaré dormido. Y otra tú vendrá a mí sobre la arena, con oferta de frutos tropicales, tendiéndose a mi lado, tan serena, mirada virginal, manos sensuales. Y al despertar esa mañana fría, ni temblaré ni he de buscar abrigo; ella traerá el calor del mediodía, y permanecerá...tal vez...conmigo.
Los Angeles, 9 de julio de 1999
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Canciones ingenuas
¿A dónde van las nubes, que no me llueven? ¿A dónde mis sentidos, que no se atreven? Salme al encuentro, lluéveme a mí por fuera, yo a tí por dentro. _____________________ ¿Qué itinerarios siguen al mar los ríos?; que al salir en tu busca perdí los míos. Cómo quisiera desembocar mis aguas en tu ribera. _____________________ Cuando me habla el silencio de soledades, me sonríe en el campo, no en las ciudades. Será que el ruido de las voces le dejan entristecido. _____________________ Las aves del recuerdo no sobrevuelan; y las aguas del sueño se me congelan. ¿Dónde te escondes, que al llamarte en la noche, no me respondes? _____________________ Alfanje amenazante, rama de olivo; puedo vivir en calma, ser agresivo. Cuando a tí venga, ¿preferirás mi asalto, o que me abstenga?
Los Angeles, 15 de julio de 1999
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Subyugada
Te conocí en cadenas, las rompí; desnuda estabas, y desnuda estás, mas no te vestiré, que quiero más verte como eres, siendo para mí. He trocado tu antigua esclavitud en imagen falaz de libertad, consiguiendo que la conformidad sea a la vez tu vicio y tu virtud. Tal vez sólo has cambiado de prisión, o ha llegado el relevo a tu guardián, y aunque no ves las barras, en tí están, y si intentas huir, no hay deserción. Sin motivos de miedo al permitir, y sin vacilación al responder, emancipada o sierva, eres mujer que ha de amar, ser amada y sonreir.
Los Angeles, 15 de julio de 1999
Diseño: Carmen Álvarez
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