Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Contigo quedo

Índice

Sonetos:
Vengativa Etéreo amor Contigo quedo Mundo, demonio y carne Me resisto a morir Anya María, recién nacida Un nuevo mundo
Poemas:
Tantos besos
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Breverías

934
Tanto, tanto te pienso que casi te realizo; no eres sólo una imagen, ni una efímera idea, eres más que el recuerdo de cuanto ayer se hizo; eres casi presencia que sobre mí alborea.

935
Desde dentro te miro, y te observo a mi lado, estás aquí, tangente, sin saber que lo estás; un ángel invisible nos une alborozado bajo sus tenues alas, y en mí te quedarás.

936
Abren cunas tus pies, en miniatura, donde la vida mece una sonrisa; y en el sendero que otra mujer pisa, sus huellas son pequeñas sepulturas.

937
En la sospecha de la gente andamos, tan radiantes mi rostro y tu mirada... Si vieran cómo relampagueamos, ambos semblantes en la misma almohada...

938
Traigo un amor carnal para tu alma, que me espere en temblor al acercarme; y amor espiritual en cada palma de mis manos, firmando tu desarme.

939
Flotas en mí; no sé si eres la nube etérea, luminosa, iridiscente, que, desde el fondo de mi entraña sube como tenue vapor hacia la mente; si eres cálido, tácito aleteo, o tal vez inefable melodía; o síntesis de amor y de deseo, sé que flotas en mí, sé que eres mía.

940
Profundamente te escuché, y me llevo tu voz de mar que el eco repetía; quedará tu mensaje siempre nuevo, siendo tan silenciosamente mía.

941
Lloraría por ti si no me vieras, lluvia en la noche inmóvil, solitaria; mis lágrimas prefieren tus afueras.

Sonetos

665 - Vengativa
La venganza es siempre un placer de los espíritus estrechos, enfermos y encogidos.(Juvenal)
Sirve el veneno en copa de cristal, para que el pobre y el imbécil beban; los perspicaces piensan y comprueban, y logran distinguir el bien del mal. Tu voz es viento en el cañaveral, y ni las cañas tu opinión aprueban; si tus zarpazos en mi piel se ceban, endurecida está como el metal. Del amor al rencor, péndulo extraño; yo tengo el mío, y ya no me hace daño, crucé de compasión a indiferencia. Continúa tenaz tu guerra sucia, sigue sembrando el grano de la argucia, porque es irreversible mi sentencia.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2002
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666 - Etéreo amor
Etéreo amor, ingrávido y abstracto, soplo de brisa, impulso fugitivo, designio en mente y corazón cautivo, fiebre de ensoñación…, pero sin tacto. Qué insuficiencia irradias, qué inexacto el cauce abocador a tu objetivo. ¿Cómo un amor puede sentirse vivo, cómo evitar su muerte, sin contacto? Desprovisto de manos, ¿qué poderes residen en tu entraña? Cuanto quieres, depende de esta piel que te circunda. Fíltrate por las puntas de mis dedos, relámpago manual, firmes torpedos, flagelándome el alma moribunda.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2002
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667 - Contigo quedo
Las huellas de tus pies son mi recuerdo en seguimiento tuyo, y no te alcanza; cuanto más te distancias, más avanza, cuanto más te rastrea, más te pierdo. Paso a paso me arrastro, y casi muerdo tus talones con fe y con esperanza de reclamarte mía. Qué alianza del hombre loco con el hombre cuerdo. Loco de perseguirte y no obtenerte; demencia que en cordura se convierte sólo en el sueño, ajeno a llanto y miedo. Porque al soñarte ni te sigo ni huyes, el pasado que fuimos reconstruyes, y en ese ayer que es hoy, contigo quedo.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2002
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668 - Mundo, demonio y carne
Mundo, demonio y carne, triunvirato regidor del destino de mi vida; cada uno de los tres brinda y convida al vino añejo, al suculento plato. Tocaron las campanas a rebato en exóticas tierras, mi partida prosiguió a la llegada, revestida de la prisa anudada a lo inmediato. El ángel negro me asignó placeres, a ocasos engarzando amaneceres, y al dinamismo, la fugacidad. Y hoy la carne, tu piel junto a la mía, se desboca en tan ciega rebeldía, que no concibo ya otra realidad.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2002
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669 - Me resisto a morir
Me resisto a morir porque estás viva, y extinguiré mi luz si te apagaras; pues no amanecerán auroras claras si me dejas la noche en perspectiva. Prendida estás a mí, dueña y cautiva, moneda única somos, con dos caras, en lazos de dolores y algazaras, ya en inocencia o ansiedad lasciva. No sabré reinventarte si algún día te alejaras sin mí por la sombría calzada inevitable de la muerte. Ni reconozco ya mi independencia, tú y yo, no dos, mas sólo una existencia inaceptable al punto de perderte.
Los Angeles, 4 de septiembre de 2002
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670 - Anya María, recién nacida
Mínima flor de carne sonrosada, bajo la luz artificial tendida; hoy reclamas derechos a la vida que en un acto de amor te fue otorgada. Ciega y muda al albor de tu jornada, y en tu primer reposo sumergida, una guirnalda en esta amanecida sobre tu frente ha sido ya trenzada. Corona de esperanzas y de gozos, de sueños, sacrificios y sollozos, llevándote de niña hacia mujer. Se abren hoy ante ti tantas veredas… Recórrelas feliz, no retrocedas, y no dejes tu canto enmudecer.
Los Angeles, 5 de septiembre de 2002
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671 - Un nuevo mundo
Vivo por ti en las márgenes desiertas de un mundo ajado, de mi propia hechura; mundo que es vertedero y sepultura de amores tibios, de ilusiones muertas. Sólo tú le caldeas y despiertas, por ti es retrato, fue caricatura, y tus brazos, en torno a mi cintura, llaves son que abrirán todas mis puertas. Lo juzgué realidad, fue imagen hueca, luz extinguida, rosaleda seca; al entenderte, así lo he percibido. Desvanecida mi ceguera, hoy leo sólo en tu libro, y con tus ojos veo un nuevo mundo, el tuyo, al que he nacido.
Los Angeles, 7 de septiembre de 2002

Poemas

Tantos besos
Hoy te ofrezco los besos que nunca supe dar, los que en tropel de espuma mi boca burbujean, aquéllos que aún se adhieren firmes al paladar, los húmedos e intensos que en mi lengua sestean. Fueron naciendo lentos, al calor del deseo, amasados de risas, esperanza y temblores, y embozaron sus rostros en débil titubeo, parálisis de labios, silencio de temores. Quise darlos…a tantas; tras sus ojos, ocultas, aceptación y espera que evadieron mi mente, joven inexperiencia, timideces adultas, hielo que inmoviliza del río la corriente. Y unas se fueron, y otras se acercaron después, y a su tiempo partieron llevándose consigo ciertas espigas de oro, pero mi propia mies de besos ya maduros permaneció conmigo. Y hoy que tú ávida llegas, de ilusiones hambrienta, desangrada en heridas de amores malgastados, voy a abrirte mi boca, que ya se me revienta de tantos, tantos besos que nunca fueron dados.
Los Angeles, 4 de septiembre de 2002
Diseño: Carmen Álvarez
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