Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Nuevo ciclo

Índice

Sonetos:
Ciclo Elude los remansos Ahora y aquí Nada A la ventana Ayer, hoy, mañana Distantes Con versos brindaré
Poemas:
Como el olmo En silencio
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Breverías

1178
Algún día te irás, mas no del todo; te irás como se aleja el peregrino, perdiéndose su sombra en el recodo, pero quedando intacto su camino, y sus huellas, impresas en el lodo, y ambos nombres grabados en el pino. Te irás como una lágrima furtiva, que no por irse deja de estar viva.

1179
Todas las cosas bellas acontecen en mayo, todas las cosas tristes suceden en septiembre... O tal vez todo ha sido nada más que un ensayo del esplendor genuino que me nació en noviembre.

1180
He acumulado ritmos y rumores, ramalazos de luz, voces sedosas, sabor a piel, intimidad, temblores, cuando entrañable junto a mí reposas.

1181
Yo, torreón ayer, sólida roca, infranqueable muro, pie ligero, aire fugaz, perenne viajero, y hoy manantial que en tu alma desemboca.

1182
El clamor de tus ojos, al mirarme cubiertos de silencio, qué elocuente; hay un alma desnuda, confidente, que logra sigilosamente hablarme.

Sonetos

1036 - Ciclo
Fueron desvaneciéndose los días, con su cortejo gris de indiferencias, como el abuelo en sus incoherencias apagándose va, sin energías. Fueron resucitando rebeldías, compareciendo inéditas tendencias, como el joven que en sus intransigencias derroca y establece jerarquías. Fueron muriendo y renaciendo amores, como se agostan y germinan flores, en incesantes, cíclicos procesos. Fue desapareciendo la tristeza, y desde el corazón a la cabeza, surgió una plétora de nuevos besos.
Los Angeles, 17 de febrero de 2004
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1037 - Elude los remansos
Encenderé la llama de una idea devorándote el alma a fuego lento, inextinguible leño en que acreciento mi sed de ti que el agua no desea. Ni sofocar la sed que me espolea, ni ahogar el fuego del atrevimiento, sólo avanzar con el tenaz intento de arder mientras mi abrazo te moldea. La quietud es somnífero; no quiero descansar, ni dormir, sólo si muero someteré mis miembros al reposo. Dame ansiedad, instigación, fatiga, elude los remansos, y prodiga las vivas torrenteras del acoso.
Los Angeles, 20 de febrero de 2004
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1038 - Ahora y aquí
Hoy he empezado a amarte, sin mañana, por eso en este amor sobran promesas; si dos vidas, dos almas siamesas, nadie separe lo que amor hermana. Pasará la incesante caravana de amantes, de mendigos, de princesas, tan predecibles, faltos de sorpresas, cabalgando rutinas y desgana. Sus huellas en la senda polvorienta rastro inútil serán, que el aire aventa, ni digno de lamento o de añoranza. Tus pies, mis pies, son ciego torbellino, que ni viene ni va por el camino: se mantiene en un punto, y sobre él danza.
Los Angeles, 20 de febrero de 2004
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1039 - Nada
De espaldas a la luz prometedora, hacia la sombra incierta me dirijo; no encamino mis pies a un punto fijo ni me planteo el día ni la hora. Vacía está la mente creadora; su obra de ayer, inútil amasijo de ideas y vivencias; hoy elijo labios que callan y razón que ignora. Tanta luz me ha quemado la mirada; ni veo nada ya, ni fuera hay nada, voy a entrar en el túnel del olvido. En su tiniebla morirán mis pasos; no importarán ya triunfos ni fracasos, ni si vivo, viví, o estoy dormido.
Los Angeles, 23 de febrero de 2004
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1040 - A la ventana
Qué sólida muralla se intercala entre ese mundo extraño y mi retiro; quebradizo cristal, si bien lo miro, o baluarte con foso y sin escala. A la suave penumbra de la sala todo es luz en la calle; hay un zafiro brillando en cada piedra, y un suspiro en cada rosa en que la luz se instala. Inevitablemente se desea cuanto nos huye; lo que nos rodea se pudre en los desvanes del descuido. Optada soledad vive del gozo, soledad compelida, del sollozo; no sé si hoy tengo risas o gemido.
Los Angeles, 26 de febrero de 2004
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1041 - Ayer, hoy, mañana
Ayer te conocí, mujer del trueno, vibrante en tus barrancos y colinas; ayer: ya esplendoroso templo en ruinas, de columnas hundidas en el cieno. Hoy no mira hacia atrás; hoy es ajeno a cuanto ha sido, y hoy te arremolinas en torno a mí, cerradas las cortinas, ahora y aquí, nuestro único terreno. No sé si te amaré en la madrugada, mañana es entidad deshabitada, no tiene vida propia, está vacía. Exígeme el amor en este instante, pues no tenemos otro; sé mi amante, que apagándose va la luz del día.
Los Angeles, 27 de febrero de 2004
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1042 - Distantes
Entre las tibias sábanas indago razones de tu ausencia, y no hay razones; en la penumbra danzan escuadrones de recuerdos eróticos. Apago la amarillenta lámpara, y naufrago en mis absurdas alucinaciones, como atrayendo las imprecaciones del conjuro maléfico de un mago. Se me niega la flor de tu contacto, y de este oculto, jubiloso pacto sólo quedan mis manos en mi piel. Y en tus campos, igualmente lejanos, quedan sobre tu piel tus propias manos, el caballero aquí, y allí el corcel.
Los Angeles, 27 de febrero de 2004
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1043 - Con versos brindaré
¿Me harías el amor por un poema? ¿Me amarías por tres, por seis, por diez? Hombre soy de andariega madurez en cuya piel la juventud aún quema. Llevo un suspiro en flor en cada yema de mis dedos inquietos, la avidez de adherirme a tu entera desnudez, y un temple sin barniz ni estratagema. No es estipulación de compraventa mi propuesta, sino hambre que revienta, y al final del festín alza la copa. Con versos brindaré por la sonrisa, por la caricia horizontal sin prisa, por el sexo que indómito galopa.
Los Angeles, 28 de febrero de 2004

Poemas

Como el olmo
Aún te veo desnuda sobre el lecho donde nunca estuviste, y me quema la boca, oprime el pecho, el beso que te di y no devolviste. Pero yazgo a tu lado, tan desnudo como el olmo en diciembre junto al río, inmóvil como el olmo, firme y mudo, y como el olmo en soledad y en frío. Y como el olmo aguardo la primavera regeneradora, rompiendo en verdes el paisaje pardo, repoblando de pétalos la aurora. No estuviste a mi lado, mi piel no halló en tu piel su complemento, oh impulso mutilado, lúbrico nexo sin acoplamiento. Como el olmo, perdido en la llanura, como el olmo a la espera de recobrar la cíclica espesura revistiendo sus brazos de madera. Cuando el olmo de nuevo se atavíe en ese abril o mayo que le abocan, tal vez tu boca de verdad porfíe mientras tus manos de verdad me tocan.
Los Angeles, 20 de febrero de 2004
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En silencio
Sobre la mesa humea la cena, y tú no vienes. Años atrás saliste, y aún no has vuelto; tantas cosas se van, tan pocas vuelven, y otras, aunque parezca que se quedan, tan dormidas están, o tan ausentes. Le falta el alma al cuerpo sentado frente a mí; no se le enciende el destello que un día sus pupilas reflejaron al verme. Qué tristeza de vidas paralelas, de actitud espectral, indiferente. Un metro nos separa, o mil kilómetros de estepa en nieve. No sé cómo acortar esta distancia; cenemos en silencio, como siempre.
Los Angeles, 28 de febrero de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
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