Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Facetas

Índice

Sonetos:
Cercana o distante Bajo a inquietar el alma Improbable regreso Queda conmigo Vienes del mar
Poemas:
Otra piel sobre mi piel Mi herencia Politiqueros
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Breverías

2346
Ese hombre era un barril lleno de arena. No pensaba o sentía. No le esperaba nadie en la serena noche de abril, o al clarear el día. Estaba, simplemente. Era un muerto aún no muerto. Si realidad, en calidad de ausente. Éramos tú, y yo, y él. Al descubierto.

2347
Halcón debieras ser, también paloma. Cada cosa a su tiempo, que no acierta quien sólo hostiga, o arrebata, o doma, ni quien sólo se ablanda, arrulla, oferta. Ni es la quietud hostil al movimiento, ni la ternura a la impetuosidad. En dares y tomares anda el viento, no sólo en brío, ni en pasividad.

2348
El gozo lo forjamos, no nos viene, pero el amor no lo creamos, llega. Llega, en verdad, y apenas se detiene; su actitud no es de asedio, es andariega.

2349
Ícaro he sido, sobre el mar proyecto de alas de cera y plumas, débil trama. Volé, volé, ensayando en mi trayecto de acrobáticos giros, todo el drama de los sueños del águila, la aurora despertando en oriente, de la nube de cíclicas siluetas creadora, o de un sol más letal cuanto más sube. La ambición, la imprudencia, en la subida fraguaron, como a tantos, mi caída.

2350
Qué enorme es esta calle en donde habitas, tan ancha que no alcanzo a ver la entrada desde la acera opuesta. Nuestras citas la hacían como el filo de la espada, tan estrecha al pasar que el caminante optaba por la próxima alameda. Y es tan larga también. Cada habitante está sólo de paso. No se queda. Era tu calle. Era también la mía. Hoy tan larga y tan ancha…, tan vacía.

Sonetos

2457 - Cercana o distante
Si el roce de las yemas de sus dedos despierta y estrenece mi energía, mi alma es el arpa cuya melodía brota de su destreza. Si los miedos que pueden acosarme, o los enredos de la vida, socavan mi alegría, su palabra sutil los desafía, blanca espuma arrollando los roquedos. Y si en escuálida cabalgadura en torno a mí galopa en noche oscura espectro sepulcral de soledad, su doble abrazo irrumpirá en la estancia como ángel que franquea la distancia, ahogando en esperanza mi ansiedad.
Los Angeles, 20 de septiembre de 2010
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2458 - Bajo a inquietar el alma
¿Quién oye mis gemidos? ¿Quién advierte la nebulosidad que me rodea? ¿Quién sabe del punzón que agujerea esta carne que ya no se divierte? Bajo a inquietar el alma, que despierte del sueño de la inercia. Burbujea en su fondo la sombra de una idea, como si regresara de la muerte. La sombra se incorpora, se ilumina, toma cuerpo, se asoma a la retina, expresándose en lágrima fugaz. Oh, qué resurrección. Calla mi llanto, se disipa la niebla, y me levanto cicatrizado, y con la vida en paz.
Los Angeles, 20 de septiembre de 2010
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2459 - Improbable regreso
Todavía camina en la espesura, sin definida senda ni destino, leve su paso, ritmo paulatino, como flotando al aire su figura; siempre a idéntica hora, en la fisura de la tarde y la noche, cuando el trino del jilguero dormita, y el camino del pueblo al parador se desfigura. En busca va del alma desvalida que no retuvo al borde de su vida, que permitió evadirse tiempo atrás entre estos mismos robles y castaños. Sigue esperando, al paso de los años, su improbable regreso. Nada más.
Los Angeles, 20 de septiembre de 2010
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2460 - Queda conmigo
Una parte de mí crece a tu vista, y otra parte de mí se me agiganta. Aquélla sueña el nido en tu garganta, y ésta es alma en proyecto de conquista. No me pases de largo, ni resista tu piel la tempestad que se levanta dentro de mí, que ríe, llora, canta, poseso, yo, que evade el exorcista pues todos mis demonios son benignos, y de luz y donaire son los signos que del espíritu a la carne afluyen. Queda conmigo, en mí, sensual, sensible, que, ya en lo torrencial o lo apacible, tus propias aguas por mi cauce fluyen.
Los Angeles, 24 de septiembre de 2010
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2461 - Vienes del mar
Vienes del mar, del alba, de la brisa, perenne acontecer, cuantificable ni en tiempo, línea o zona, mas palpable a dedos negligentes de la prisa. Mucho más Afrodita que Artemisa, sabes llegar y estar, fija o variable, yacente en aspa, pulpa maleable, palabra justa, ejecución precisa. Yo me acerco a tu orilla; y a la aurora, con el viento en el rostro, me devora reiterada avidez de poseerte. En tierra estoy. Tú, la del mal salado, la del amanecer y el aire alado, dame tal sueño del que no despierte.
Los Angeles, 24 de septiembre de 2010

Poemas

Otra piel sobre mi piel
Me he duchado cien veces, he abrazado mil olas compasivas a quienes di mi cuerpo, me he entregado a la brisa, todo desnudo, en ruego y esperanza, y cruzado el trasluz de la llovizna empapándome de ella, y he quemado las prendas que vestía cuando éramos amantes, mas tu aroma persiste en mis orillas. Es otra piel sobre mi piel; no alcanzo a arrancarla, rasparla o evadirla. Ah, si lograra al fin purificarme de esta insistente exhalación, fundida en la fragua implacable del recuerdo que debiera apagarse, y se eterniza. No quiero respirarlo, mas ambos, alma y cuerpo, lo respiran. Tal vez no he alargado la distancia lo suficiente. Llamaré a la vida, que me abra el horizonte, y al otro lado, donde no germinan semillas del pasado, mi castillo alzaré, tras una línea de molinos de olvido, cuyas astas, en invertida rotación, resistan y devuelvan los aires a esta tierra, dejando que perciba el aroma fragrante de las rosas y la brisa marina, purificado al fin, libre, yo mismo, sin lastres, sin cenizas.
Los Angeles, 21 de septiembre de 2010
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Mi herencia
Voy quemando las horas, una a una. Cúmulos de cenizas me rodean; ¿qué otro legado transmitir podría, que a poco de partir no sucumbiera? Si colgado de un sueño estuve un día, ya he despertado con los pies en tierra. Ah, sí, fui intenso amante algunas veces, mas no sé cuántas ni de qué manera regresó a mí el amor como lo daba, desnudo, entero, en blanda transparencia. Ah, sí, labré en el mármol de la mente, dando armónica forma a mis ideas, las revestí de luz, color, y ritmo, lanzándolas al aire en mis poemas. Y hubo quien las miró como a un espejo, hallándose a sí mismo, y hubo lenguas adoptando sus versos como idioma de estrellas. Y hubo, los más, braceros, mercaderes, que a paso de tinieblas desatendieron mi orfandad, mi grito, mi rumor, mis colmenas, que eran su propia efigie, sin saberlo, que nunca lo sabrán, porque alborean para ellos las auroras bajo signos de tedio o compraventa. Como las nubes pasan, colgadas del azul, pero sin huellas; tal vez como el navío, dejando blanquiazul fugaz estela; o el humo de mis propias horas grises, hilo, no más, que el aire corta y lleva. Sólo cenizas, algo, pero poco. Esa será mi herencia.
Los Angeles, 22 de septiembre de 2010
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Politiqueros
Se rebela mi rabia. Hombre derecho soy, olmo plantado al borde de la vida de los otros. Somos bosque, entre todos el abrazo de multiplicidad que se unifica, mas cada cual su propio ser dinámico. Me rebelo como hombre, y firme y vertical estoy como árbol. Burdeles de política tartufa se agitan bajo cúpulas de mármol y en hemiciclos de representantes cuyas almas se venden al diablo. Compran votos a base de sonrisas pintadas en las máscaras de barro que presentan al público, pero entre bastidores son corsarios cuya ley es patente de saqueo so capa de decencia. Me dan asco. Colman la mesa de Epulón, devoran finas carnes, y acercan a los labios en copas de oro vinos de solera, a la luz de ostentosos candelabros. Y el indigente, el infeliz que hambrea, que remienda miseria en sus harapos, duerme en la calle, pide pan de limosna, el pobre Lázaro, el que les dio su voto, no alcanza a las migajas. Me dan asco. Me ofenden sus palabras indulgentes, y me avergüenzan sus proyectos vanos, vestidura de seda para cubrir su ineptitud de trapo. La vieja aristocracia de la sangre, signo del viejo mundo aburguesado del ‘si no tienen pan, que coman tarta’, ha pasado el testigo a estos cosacos que recorren la estepa de su tierra de botín en botín, de pacto en pacto. Alí Babá se ha muerto, sólo quedan los cuarenta ladrones. Me dan asco. Reincide una vez más sobre nosotros la invasión de los bárbaros; mas no son esta vez hordas del norte, ni vienen a caballo; estos son más sutiles, aunque a veces no tanto. Cabalgan limusinas, se construyen pequeñas catedrales en el campo, y fortifican su futuro obsceno en las cajas blindadas de los bancos. Líder por elección, golpista al uso, miembro de camarilla, o diputado, a vuestro deshonor alzo la copa de mi rabia acerada. Me dais asco.
Los Angeles, 23 de septiembre de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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