Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Luz

Índice

Sonetos:
Dos más dos igual a dos Nirvana Luz La luz y yo A toda luz Desaparecida
Poemas:
Parábola ¿Duermes, mujer?
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Breverías

2351
Es tu respiración lo que percibo, a veces hálito, jadeo a veces. Y te respondo en todo cuanto escribo, sin tergiversaciones. Me pareces la misma y cien mujeres, asechanza y naturalidad, acercamiento y despego, contorno y lontanaza. Y así mis versos van, y va mi intento. Cada instante es tu mundo, y es el mío. y ya me rindo, ya te desafío.

2352
Cada página tuya habla en voz alta, como campana escrita. Te leen mis oídos, sólo falta que oigan tus ojos cuanto mi alma grita.

2353
Se me agotan las luces de la tarde. Qué bien se piensa en la gradual penumbra que a la noche precede. Brilla o arde cada constelación, mas no deslumbra. En suavidad despierta cada estrella en la noche. Si me hablara. en susurro lo haría, con la oferta de paz universal. Si me cantara, en voz de alados ángeles sería, o en muda sinfonía.

2354
La noche se desnuda. Tiene mayor sentido la belleza si se orilla el disfraz del atavío. Y la noche es tan bella que no duda en ofrecer su mística pureza a quien sabe de amor, mas no al gentío. Que el amor verdadero patrimonio es de pocos; no del más vocinglero, mas de los menos, los que están más locos.

2355
Este ovillo intrincado del recuerdo, que quisiera perder, pero no pierdo; ¿no podría la Parca, insobornable, cortar con su tijera inevitable? ¿O no podría desbordar mi vaso de las míticas aguas del Leteo, y olvidar, olvidar, que no hay fracaso si es incapaz la mente de rastreo?

Sonetos

2462 - Dos más dos igual a dos
No haberte dado un hijo que llevara eslabonado al tuyo mi apellido; la desventura de no haber nacido más allá de la edad que nos separa. La doble contingencia que acapara tiempo y lugar, y el íntimo gemido de amantes cuyo lecho compartido clama porque el ausente se acercara. Una piel que no es tuya me importuna cada noche a mi lado, y en ninguna puedo avenirme a su requerimiento. Otra piel que no es mía te pretende. Y cada noche un alma doble asciende consumando al volar su acoplamiento.
Los Angeles, 28 de septiembre de 2010
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2463 - Nirvana
Ah, volver a los tiempos anteriores a estos recuerdos de oro, ensangrentados; ver la heredad antes de ser plantados, estepa en soledad, sin ruiseñores, y un espeso silencio de colores opacos y dormidos, desconchados, como confinamiento de expatriados, sin conexión a previos esplendores. Regresar a una mente despoblada de alcázares y ruinas, a la almohada sin fragancia o calor, a alma en neblina. Y residir allí, sin objetivo, sin más anhelo que sentirme vivo, y un rayito de luz en la retina.
Los Angeles, 28 de septiembre de 2010
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2464 - Luz
La luz, sólo la luz, toda pureza, toda simplicidad, tacto absoluto, vínculo universal, cuyo atributo se define por sólo su belleza. La luz, desnuda, abraza cada pieza, cada piel, cada objeto diminuto, no considera espacio ni minuto, cualquier momento es bueno en su simpleza. Como la luz me doy, amplio y sin duda, sin discriminación, y se me anuda la piel a cada piel que clarifico. Cósmico manto soy, y así me extiendo, con liberalidad, mas sin estruendo, dejándome caer; y no suplico.
Los Angeles, 28 de septiembre de 2010
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2465 - La luz y yo
La luz entró, y entré, por tu ventana. La luz te vio, y te vi, sola en el lecho. Avanzaba la luz, nunca al acecho, me adelanté. Qué espléndida mañana. Era la luz extensa caravana, paso a paso en tu piel, y mi derecho seguir su ruta, a lo ancho y a lo estrecho, por cada cuenca explícita o arcana. Ah, la complicidad resplandeciente de la luz y mi afán sobre el yacente carnaval de tu vértigo y mi audacia. Media mañana fue, conspiradora con la luz y conmigo, y a deshora, cuando te amé otra vez, llena de gracia.
Los Angeles, 28 de septiembre de 2010
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2466 - A toda luz
No quiero imaginarte en la negrura de la alcoba, entre sábanas de holanda. ¿Acaso tu estructura se desbanda bajo el embrujo que el amor conjura? En bronce fundiría tu escultura con cada rasgo que tu piel demanda si la distancia entre los dos se agranda; tal guarda mi memoria tu figura. Mas no quiero idearte. Quiero verte en cada vibración que te despierte, en cada conmoción, en cada espasmo. A toda luz, amor, y sin sonrojos, que no sólo en la piel, mas en los ojos, danza el diablo convulso del orgasmo.
Los Angeles, 28 de septiembre de 2010
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2467 - Desaparecida
Tarde otoñal. La noche en un momento, cuando la última luz se desencaje. Una mujer, perdida en el paisaje, ha sido devorada por el viento. Ni una huella perdura, ni un fragmento, ni ha aparecido un último mensaje. Sombra desvanecida, personaje que vuelve a su novela. Pensamiento. ¿No habrá sido real? ¿Alguien extraña, amante, niña, perro, su maraña de días, pasos, gestos y sonidos? En algún punto, para alguna vida, una luz se ha apagado, y una herida sangra en silencio entre los mismos ruidos.
Los Angeles, 29 de septiembre de 2010

Poemas

Parábola
Pero Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado”. (Lucas, 16)
A cuantos disfrutaron herencias obtenidas sin añadir sus gotas de sudor al legado, ni escuchar los gemidos ni sanar las heridas de la víctima humilde, del pobre lacerado; y a aquellos que lograron levantar señoríos de opulencia, adquirida sobre la espalda obrera, sin devolver el diezmo de sus lucros sombríos a un pueblo agonizante y en persistente espera; a todos cuantos sirven sus más preciados vinos en cálices dorados, y en bandejas de plata manjares exquisitos, mientras los campesinos comen, cuando algo comen, de limosna o de lata; a todos se dirige la voz del Nazareno llamando a un orden nuevo. A quien todo tuviere le será arrebatado, mas nada será ajeno a quien tan poco tuvo, porque todo lo adquiere. Este mundo de Lázaros y Epulones vacila sobre su propia base, y amenaza derrumbe. Más allá de la ruina nuevo orden se perfila, asciende el derrotado, quien prosperó, sucumbe. Y así, desniveladas, quedarán las escalas, contrapesando el viejo sistema terrenal, restaurado equilibrio de miserias y galas, esta vez por el código de excelso tribunal.
Los Angeles, 27 de septiembre de 2010
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¿Duermes, mujer?
¿Duermes, mujer, mientras la luz despierta? No hay un hombre a tu lado revolviendo las sábanas del lecho. Tampoco lo hubo ayer, y sin embargo, atravesando la persiana llegan, como ruegos los ecos de sus pasos. Son multitud, no obstante siempre hay uno entre tantos. Observa entre rendijas ritmo, presteza y garbo. Asciende el sol, y buscan la sombra de los álamos. Algunos van a pecho descubierto, provocativamente bronceados. No te fijes en estos, se buscan a sí mismos, fogonazos efímeros rasgando la tiniebla; sólo te aportan un temblor de tacto. Hay otros que transitan con la última novela bajo el brazo, mil ciento veinte páginas de nada, y además, no leída. Son andrajos de intelectualidad. No piensan, muestran cuanto afirman tener, papel en blanco. Desconocen ideas de oro y plata, son palabras en ánforas de barro. ¿Los de traje y corbata? No te preocupes, déjalos de lado. Habrá quien pase con mochila al hombro. Obsérvales despacio. Hombre que lleva a cuestas su atalaje merece análisis. Bajo sus párpados puede haber esplendor de otros países, nuevos o milenarios. Explórales la mente, que el Kama Sutra llegará temprano. Atiende en especial a los que llevan un librito delgado, y al leer toman notas, o abstraídos, con los ojos tal vez en el espacio, meditan brevemente, y vuelven a escribir lo que han pensado. Hay calidad en estos, absorbe de ellos su calor humano, húndete en su visión y perspectiva, sigue su itinerario. Salta, mujer, del lecho, que hay mundos que explorar, y están pasando.
Los Angeles, 29 de septiembre de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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