Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Ventanas

Índice

Sonetos:
Íntimo espejo Recluído Soñando Ventana El fiel de la balanza Evocación La lluvia en la ventana Tiempos de guerra
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Breverías

2171
Me tiembla el alma, y se me desmadeja como si hebras de hielo entrelazadas se desprendieran de mi ventanal. El espíritu aciago de la queja permea tus palabras afiladas, que caen en mí, venablo en vertical.

2172
Volveré a los silencios, me atrinchero y enfrento a las palabras que requieren diálogo verbal o por escrito. Ensayaré monólogos de acero, que no puedan quebrarse, y me liberen de controversias con sabor a grito.

2173
Me han ido abandonando camaradas, lectores, contertulios, conocidos. Me llaman trovador de sombra y muerte. ¿No están a oscuras y crucificadas tantas rosas, los júbilos vencidos, y el corazón del mundo casi inerte?

2174
Lucharé contra el puño que me ataca, contra el abuso y el contrasentido, contra el impertinente que machaca sus ideas vacías, contra el ruido que pasa por canción siendo matraca, más no me enfrentaré al amor perdido. Amor quebrado no se recompone, por más que se mendigue o se razone.

2175
Se alejaban las noches rodando en las callejas, fugitivas de auroras pisando sus talones, noches arrebozadas, como aldeanas viejas camino de la iglesia para sus oraciones. La tibia luz del alba les tocaba la espalda; ellas, tan frías, ahora íbanse derritiendo. Recobraba el paisaje su tono de esmeralda, y los silencios negros se iban adormeciendo. Mirábamos abrirse la luz por la ventana. Qué prisa tiene el tiempo. Sólo queda mañana.

Sonetos

2238 - Íntimo espejo
Tus palabras son máscaras galantes camuflando el color de las ideas que no osas alumbrar; o las blanqueas a nivel de disfraces vergonzantes. Trascender necesito los semblantes hieráticos o ambiguos que planteas como autenticidad, pues bastardeas tus hondas realidades palpitantes. Quisiera contemplarte en ese espejo íntimo en que te miras sin complejo cuando en la soledad tu alma desnudas. Esa eres tú, no la otra que aparentas con tantas artimañas fraudulentas, que si no repulsión, provocan dudas.
Los Angeles, 27 de octubre de 2009
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2239 - Recluído
Me encuentro inmóvil, ciego peregrino confinado al albergue que debiera ser pausa de una noche y a la espera de reanudar al alba su camino. Nacerá la mañana; habrá un genuino conato de partida en la frontera del querer y el poder, mas nada afuera motivará un arranque repentino. El día será gris, tal vez lluvioso, idéntico paisaje nebuloso que subvierte mi espíritu y lo quiebra. Siniestra adversidad que inmoviliza las audacias del alma, y en ceniza trasforma el fuego que el amor celebra.
Los Angeles, 28 de octubre de 2009
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2240 - Soñando
Estás, estás, orquídea circunscrita a la repisa azul de la ventana; estás, estás, acorde que se afana a escapar de la orquesta que dormita. A través del cristal se precipita tu sueño de elegante cortesana a un cielo de ficción, que te engalana para ser del sultán la favorita. Y mientras él reclina la cabeza en almohada de nubes, tu belleza le procura el olvido de otras damas. Le salmodias el canto liberado de la orquesta yacente, y a su lado estarás, estarás, tálamo en llamas.
Los Angeles, 28 de octubre de 2009
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2241 - Ventana
Rectángulo entreabriéndose al paisaje, prolongación del muro, transparente, escena de cristal, más elocuente que los lienzos con rúbrica y mensaje. Siempre igual y distinto su lenguaje de colorido cíclico, emergente en blanco, verde, gris, y oro, incidente que da a cada estación su maquillaje. Enmarcada en el cuadro, al otro lado del entorno campestre iluminado por el sol abrileño, tu figura. Miras sin ver, como si la distancia fuera infinita. Ah, la irrelevancia de cuanto no se enlaza a tu cintura.
Los Angeles, 29 de octubre de 2009
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2242 - El fiel de la balanza
Bajo a tu fondo, donde el agua clara de tu pozo interior es el espejo que te duplica en mí, pues me asemejo tanto a ti que soy tú. Si me quebrara, tu propio alcázar se desmoronara; indecisa estarás, si yo perplejo; si de la vida hiciera yo festejo, tornarías la tuya en algazara; perderías la vista a mi ceguera, y tal vez morirías si muriera, inconfundibles en desdicha y danza. Bajo a tu fondo, escucho el griterío de tus sentidos, y parece el mío, ambos, tú y yo, en el fiel de la balanza.
Los Angeles, 29 de octubre de 2009
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2243 - Evocación
En el café de vastos ventanales, sobre la playa, en lo alto de la roca, mirando al mar, mi soledad evoca, nostálgica, las tardes estivales en que estabas aquí, tras los cristales. La plenitud que fuiste desemboca, río de luz, sobre mi piel, que toca incorpóreo perfil, rasgos virtuales. Era el mundo exterior imperceptible. Tú y yo el único mundo discernible cuyos polos se alcanzan hacia dentro. Hoy he venido solo, y hace frío. Ya no hay mundo que pueda llamar mío desde que miro en torno y no te encuentro.
Los Angeles, 30 de octubre de 2009
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2244 - La lluvia en la ventana
La lluvia en la ventana, persistente, rudo mendigo que a llamar se obstina; cada gota se adhiere a la cortina diáfana del cristal, tan de repente. Se multiplican; como si, yacente sobre el lecho, una forma femenina iniciara desnuda su rutina de voluptuosidad, amante ausente. El mensaje cabalga sobre el viento, nuevas gotas se agolpan, en intento de voyeurismo en colectividad. Y contemplan absortas, se estremecen, y derritiéndose, se desvanecen en largos surcos de íntima humedad.
Los Angeles, 30 de octubre de 2009
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2245 - Tiempos de guerra
Verano, otoño, invierno suprimidos, ha estallado perenne primavera, que al quebrar las cadenas de mi fiera te asediará con todos mis sentidos. En tu ventana hay rosas, nuevos nidos cuelgan en el alero, y la palmera acepta abrazos de la enredadera. Rumores a lo lejos, y ladridos. Para esta paz rural, traigo un mensaje de combatividad, parte salvaje, y parte de sensual delicadeza. Guerra de mutua ocupación gozosa, sin armisticio, tan tumultuosa que donde uno termina el otro empieza.
Los Angeles, 31 de octubre de 2009
Diseño: Carmen Álvarez
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