Breverías
2171
Me tiembla el alma, y se me desmadeja
como si hebras de hielo entrelazadas
se desprendieran de mi ventanal.
El espíritu aciago de la queja
permea tus palabras afiladas,
que caen en mí, venablo en vertical.
2172
Volveré a los silencios, me atrinchero
y enfrento a las palabras que requieren
diálogo verbal o por escrito.
Ensayaré monólogos de acero,
que no puedan quebrarse, y me liberen
de controversias con sabor a grito.
2173
Me han ido abandonando camaradas,
lectores, contertulios, conocidos.
Me llaman trovador de sombra y muerte.
¿No están a oscuras y crucificadas
tantas rosas, los júbilos vencidos,
y el corazón del mundo casi inerte?
2174
Lucharé contra el puño que me ataca,
contra el abuso y el contrasentido,
contra el impertinente que machaca
sus ideas vacías, contra el ruido
que pasa por canción siendo matraca,
más no me enfrentaré al amor perdido.
Amor quebrado no se recompone,
por más que se mendigue o se razone.
2175
Se alejaban las noches rodando en las callejas,
fugitivas de auroras pisando sus talones,
noches arrebozadas, como aldeanas viejas
camino de la iglesia para sus oraciones.
La tibia luz del alba les tocaba la espalda;
ellas, tan frías, ahora íbanse derritiendo.
Recobraba el paisaje su tono de esmeralda,
y los silencios negros se iban adormeciendo.
Mirábamos abrirse la luz por la ventana.
Qué prisa tiene el tiempo. Sólo queda mañana.
Sonetos
2238 - Íntimo espejo
Tus palabras son máscaras galantes
camuflando el color de las ideas
que no osas alumbrar; o las blanqueas
a nivel de disfraces vergonzantes.
Trascender necesito los semblantes
hieráticos o ambiguos que planteas
como autenticidad, pues bastardeas
tus hondas realidades palpitantes.
Quisiera contemplarte en ese espejo
íntimo en que te miras sin complejo
cuando en la soledad tu alma desnudas.
Esa eres tú, no la otra que aparentas
con tantas artimañas fraudulentas,
que si no repulsión, provocan dudas.
Los Angeles, 27 de octubre de 2009
2239 - Recluído
Me encuentro inmóvil, ciego peregrino
confinado al albergue que debiera
ser pausa de una noche y a la espera
de reanudar al alba su camino.
Nacerá la mañana; habrá un genuino
conato de partida en la frontera
del querer y el poder, mas nada afuera
motivará un arranque repentino.
El día será gris, tal vez lluvioso,
idéntico paisaje nebuloso
que subvierte mi espíritu y lo quiebra.
Siniestra adversidad que inmoviliza
las audacias del alma, y en ceniza
trasforma el fuego que el amor celebra.
Los Angeles, 28 de octubre de 2009
2240 - Soñando
Estás, estás, orquídea circunscrita
a la repisa azul de la ventana;
estás, estás, acorde que se afana
a escapar de la orquesta que dormita.
A través del cristal se precipita
tu sueño de elegante cortesana
a un cielo de ficción, que te engalana
para ser del sultán la favorita.
Y mientras él reclina la cabeza
en almohada de nubes, tu belleza
le procura el olvido de otras damas.
Le salmodias el canto liberado
de la orquesta yacente, y a su lado
estarás, estarás, tálamo en llamas.
Los Angeles, 28 de octubre de 2009
2241 - Ventana
Rectángulo entreabriéndose al paisaje,
prolongación del muro, transparente,
escena de cristal, más elocuente
que los lienzos con rúbrica y mensaje.
Siempre igual y distinto su lenguaje
de colorido cíclico, emergente
en blanco, verde, gris, y oro, incidente
que da a cada estación su maquillaje.
Enmarcada en el cuadro, al otro lado
del entorno campestre iluminado
por el sol abrileño, tu figura.
Miras sin ver, como si la distancia
fuera infinita. Ah, la irrelevancia
de cuanto no se enlaza a tu cintura.
Los Angeles, 29 de octubre de 2009
2242 - El fiel de la balanza
Bajo a tu fondo, donde el agua clara
de tu pozo interior es el espejo
que te duplica en mí, pues me asemejo
tanto a ti que soy tú. Si me quebrara,
tu propio alcázar se desmoronara;
indecisa estarás, si yo perplejo;
si de la vida hiciera yo festejo,
tornarías la tuya en algazara;
perderías la vista a mi ceguera,
y tal vez morirías si muriera,
inconfundibles en desdicha y danza.
Bajo a tu fondo, escucho el griterío
de tus sentidos, y parece el mío,
ambos, tú y yo, en el fiel de la balanza.
Los Angeles, 29 de octubre de 2009
2243 - Evocación
En el café de vastos ventanales,
sobre la playa, en lo alto de la roca,
mirando al mar, mi soledad evoca,
nostálgica, las tardes estivales
en que estabas aquí, tras los cristales.
La plenitud que fuiste desemboca,
río de luz, sobre mi piel, que toca
incorpóreo perfil, rasgos virtuales.
Era el mundo exterior imperceptible.
Tú y yo el único mundo discernible
cuyos polos se alcanzan hacia dentro.
Hoy he venido solo, y hace frío.
Ya no hay mundo que pueda llamar mío
desde que miro en torno y no te encuentro.
Los Angeles, 30 de octubre de 2009
2244 - La lluvia en la ventana
La lluvia en la ventana, persistente,
rudo mendigo que a llamar se obstina;
cada gota se adhiere a la cortina
diáfana del cristal, tan de repente.
Se multiplican; como si, yacente
sobre el lecho, una forma femenina
iniciara desnuda su rutina
de voluptuosidad, amante ausente.
El mensaje cabalga sobre el viento,
nuevas gotas se agolpan, en intento
de voyeurismo en colectividad.
Y contemplan absortas, se estremecen,
y derritiéndose, se desvanecen
en largos surcos de íntima humedad.
Los Angeles, 30 de octubre de 2009
2245 - Tiempos de guerra
Verano, otoño, invierno suprimidos,
ha estallado perenne primavera,
que al quebrar las cadenas de mi fiera
te asediará con todos mis sentidos.
En tu ventana hay rosas, nuevos nidos
cuelgan en el alero, y la palmera
acepta abrazos de la enredadera.
Rumores a lo lejos, y ladridos.
Para esta paz rural, traigo un mensaje
de combatividad, parte salvaje,
y parte de sensual delicadeza.
Guerra de mutua ocupación gozosa,
sin armisticio, tan tumultuosa
que donde uno termina el otro empieza.
Los Angeles, 31 de octubre de 2009