Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Descensos

Índice

Sonetos:
Desfallecimiento Pequeñeces Ofertas Alma invernal Uno de tantos Reajuste Casi no sé quién eres Va muriéndose el alma
seperador

Breverías

2461
Águila puede ser cada poema, desplegando las alas, silenciosa, y elevándose a altura sorprendente. Y puede ser embarcación que rema bajo esfuerzo de frente sudorosa, incapaz de avanzar contra corriente.

2462
El crepúsculo es de oro, y yo sentado bajo el balcón, mirando las ardillas, ajeno a coloridos y rumores. Yace el libro cerrado sobre la ociosidad de mis rodillas. Duermen en él, y sueñan, trovadores. Mañana lo abriré. Si es que en mi sueño se agiganta lo que hoy es tan pequeño.

2463
Un hilo cósmico, sutil, enlaza las almas que comparten semejantes perfiles de sentido y sentimiento. Quien se atreve a seguirlo, al fin abraza la armonía y belleza fascinantes que rigen el taller del firmamento. Tiende tu mano alrededor, tan suave, que en la delicadeza está la clave.

2464
Hay un beso en mis labios, recibido no sé de quién ni cuándo. Fue signo tiempo atrás de algo prohibido, que se va tristemente evaporando. Tal vez nombre e imagen lo primero que se deshizo en polvo, en aire, en nada. Apenas ya una huella en el sendero de mi vida, canción semiolvidada.

2465
Plenos de fatuidad, gentes de trapo, autodenominándose poetas, escriben líneas cortas que, arrogantes, consideran de seda, siendo harapo. De la posteridad son las trompetas; sólo aprendices somos, aspirantes.

Sonetos

2613 - Desfallecimiento
Muero de soledad, de desencanto, de carencia de ti; yo, que a tu apego me rejuvenecí, ramo de espliego aromatizador, y ajeno al llanto. He vuelto a envejecer. Sigue mi canto, mas ya perdió su júbilo, su fuego. Y sin embargo ni huyo ni reniego de cuanto amé, y me pulveriza, tanto. Evádanse los días en la espera de otra luz, de una nueva primavera, de la resurrección de entre los muertos. Más que mi cuerpo, mi alma desconfía de recobrar la mágica energía para cortar las rosas de otros huertos.
Los Angeles, 7 de abril de 2011
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2614 - Pequeñeces
Alcancé a conocer cada pavesa fugitiva del fuego, cada espina solapada en la rosa, o golondrina que al fin del éxodo invernal regresa. Curioseo el jardín, y me confiesa cada una sus secretos. Me fascina su afán revelador, y la genuina, sosegada honradez con que se expresa. Será porque me han visto en mi retiro día tras día, cuando absorto miro pequeñeces, sentado a la ventana. Me aprecian como amigo, compartiendo su primor, enemigo del estruendo, que sobre mi silencio se desgrana.
Los Angeles, 7 de abril de 2011
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2615 - Ofertas
Capto aroma y sabor a diosa griega bajo los blandos pliegues de la blusa, mujer que, provocada, no rehusa, y si, enfrentada a indecisión, se entrega. Tu Olimpo está en la tierra, y a él se llega por cien puertas abiertas. La difusa luz del atardecer, décima musa, la intensa magia de tu piel despliega. La observo en sus ofrendas temblorosas, no de aprensión ni miedo, que las diosas libremente se dan o se apoderan; tiemblan por el solaz anticipado; y no he de ser amante amilanado, pues sus ofertas de placer no esperan.
Los Angeles, 8 de abril de 2011
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2616 - Alma invernal
Es un alma invernal, sin residencia. Ni bohemia ni ausente: Desolada. Ha nevado en su adentro, y está helada, techo y muros en triste decadencia. Reconoce el estado de emergencia, a su propia tristeza confinada, y arrastra sin vigor, frágil, cansada, los días y las noches. Son su herencia calles pletóricas que ve vacías, coplas de amor que suenan hoy sombrías, bellos paisajes faltos de color. Es un alma invernal, cuya ceguera no llega a sospechar la primavera que se presagia en el almendro en flor.
Los Angeles, 8 de abril de 2011
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2617 - Uno de tantos
Se acostumbró a perder. Cada victoria se tornaba en desastre, cada idea era un ir y venir de la marea, perplejidad, sin fija trayectoria. Dispar, polifacética su historia, con alguna galante Dulcinea, y múltiples Aldonzas, su odisea por la nocturna jungla exploratoria. Amó una vez, o al menos lo supuso. Nadie supo, ni él mismo, si era iluso, o seductor de mente retorcida. Pero era un hombre solo, uno de tantos, sonrisas en el rostro, y desencantos tapizando la urdimbre de su vida.
Los Angeles, 9 de abril de 2011
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2618 - Reajuste
Ya no cabalgas látigos de viento restallando en tejados y balcones; ni navegas etéreos galeones de nubes en perpetuo movimiento. Despierto de tus sueños, y aún hambriento de odiseas, auroras, emociones, menguas la expectativa, y te propones caminar a pie firme en seguimiento de más recientes, asequibles huellas. A tal nivel no arrancarás estrellas, mas será realizable tu proyecto. Es bello el firmamento, mas lejano. Sólo aquello al alcance de la mano, si lo haces tuyo, lo hallarás perfecto.
Los Angeles, 10 de abril de 2011
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2619 - Casi no sé quién eres
Casi no sé quién eres, y te quiero. ¿Es amar conocer? ¿Puede la idea cantarle al corazón, para que vea la verdad en la flecha del arquero? Cuánto sabe de mí ese compañero que comparte mis tardes por la aldea, y yo sé tanto de él que me permea, como a tierra sedienta el aguacero. Mas nunca lo querré como ha llegado tu vida a penetrarme, que embriagado de un solo sorbo me dejó tu vista. Si acaso un diablo rojo ha poseído mis ámbitos de espíritu y sentido, me abstengo de la opción del exorcista.
Los Angeles, 11 de abril de 2011
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2620 - Va muriéndose el alma
Va muriéndose el alma que me diste una mañana de olmos junto al río; eras, más que mujer, escalofrío, y en tu estremecimiento me encendiste. El cántico del agua es de azul triste, sobre un cielo invertido, tan vacío; ahogados los rumores del gentío, mi silencio es un grito que persiste. ¿Cómo has sobrevivido, si acarreo tu alma sobre mis hombros? Su aleteo, tan débil ya, no le permite huir. ¿Qué ofreces, pues, a quienes te fascinan? ¿Honda oquedad que apenas adivinan, o una llegada a punto de partir?
Los Angeles, 11 de abril de 2011
Diseño: Carmen Álvarez
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