Breverías
1141
Niña de nochebuena, niña del optimismo,
la que invariablemente ve el vaso medio lleno,
que Santa Claus te traiga mucho más de lo mismo,
y que a tu lado todos vean el lado bueno.
1142
En la tierra habitamos, de la tierra vivimos,
de tierra estamos hechos, y hacia la tierra vamos;
cada porción de tierra sufre cuando sufrimos,
goza de nuestro gozo, y habla cuando callamos.
1143
Quiero volver a veces la espalda a lo vivido,
a esa tierra que ha visto mi gozo y mi pesar,
caminar sus arenas, al borde del olvido,
y adentrarme en las aguas para no recordar.
1144
A quienes no tuvieron, y soñaron,
a cuantos alcanzaron, y perdieron,
a los apáticos que no apreciaron
la paz, el gozo, el bien que recibieron,
a los misántropos que sofocaron
las antorchas que se les encendieron,
a todos, al despierto y al dormido:
Volved al sueño que se os ha perdido.
1145
El silencio es morir; o ser asesinado.
O tal vez un intento sutil de suicidarse.
Es decirle a quien hiere: Saca el puñal clavado,
deja que el alma pueda llegar a desangrarse.
1146
Con cada nueva sombra que te llega,
con cada nueva sombra que me abraza,
se estira la distancia por su entrega,
a la vez que el recuerdo se adelgaza.
Sonetos
953 - Contratos
Un contrato de mármol te firmé,
columnas sólidas en templo griego,
firme a los años, resistente al fuego,
no profanado por extraño pie.
Tu contrato, ilegible, escrito fue
en agua, en humo, en aire, absurdo juego
del que en parte me culpo; no fui ciego,
vi su progreso, y no lo rechacé.
Hoy paso a demoler la arquitectura
del templo que erigí; si hay amargura,
permanezca inhumada entre las ruinas.
Descienda el agua sobre ti en tormenta,
tórnese humo la llama que te alienta,
gima tu aire perdido en las esquinas.
Los Angeles, 1 de diciembre de 2003
954 - Estrella
Solo en la noche, abrí tantas ventanas
intentando atrapar remota estrella,
cualquiera serviría si destella
anclada firme entre otras más cercanas.
Mi espera y mi esperanza fueron vanas,
las miré en su esplendor, todas tan bellas,
como radiante coro de doncellas,
menos en son de amantes que de hermanas.
Una fugaz saltó en arco inminente,
mágica pareció, por diferente,
abandonando el grupo, original.
Pero murió su luz casi en mi mano.
Volví a mirar a su redil lejano,
y me sentí de nuevo de cristal.
Los Angeles, 4 de diciembre de 2003
955 - Rosa
La frágil rosa que en la noche ha muerto
no resucitará este mismo mayo;
silencio y sombra atenuarán el rayo
de un sol exuberante sobre el huerto.
Sólo una vez se vive a cielo abierto,
y cada nuevo, compulsivo ensayo
de renacer, concluirá en desmayo,
más que vivir, sobrevivir incierto.
No volverá esta rosa en primavera,
otra como ella, tan perecedera,
germinará sobre la misma rama.
Plena de juventud y de belleza,
doblará en un florero la cabeza,
extinguiéndose al fin como una llama.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2003
968 - Navidad
No me dejéis crecer, quiero una vida
de niñez permanente, con visiones
que trasciendan al tiempo, a las razones,
en una navidad indefinida.
Sea verdad el mito, nadie impida
la realidad del sueño, que hay ladrones
dispuestos a usurpar las ilusiones,
dejando el alma estéril o vencida.
Quiero siempre escuchar las campanillas
del trineo nocturno, las mejillas
contra el frío cristal de la ventana.
Nunca Papá Noel falta a la cita;
aunque no le haya visto, su visita
se evidencia al albor de la mañana.
Los Angeles, 8 de diciembre de 2003
969 - Artista
Salta mi beso al aire, sin destino,
sin saber para quién, ni dónde o cuándo;
permanezco en mis bases, esperando
que alguien tal vez lo encuentre en su camino.
En esta urgencia de besar me obstino,
mientras se van mis ánimos diezmando,
absurdo gladiador, desenvainando
en vez de espada, apero campesino.
Sé que el beso es objeto de conquista,
y allanado el terreno, es el artista
quien planifica, esboza y elabora.
Por hoy dejemos el asedio a un lado;
recógeme ese beso emancipado,
y te daré una noche sin aurora.
Los Angeles, 9 de diciembre de 2003
970 - Reyes Magos
Se nos habló de idílica doncella
que alumbró a singular Rey sin espada,
de pastores durmiendo en la vaguada,
de la canción angelical más bella.
Se nos contó la historia de una estrella
abandonando la órbita asignada,
luz que en la noche alumbra la pisada
que deja en el desierto larga huella.
Y de oro, incienso y mirra nos hablaron...
Nuestras almas de niño se agitaron,
y en sueño electrizante nos sumimos.
¿Quién vio a los Magos cabalgar camellos?
¿Y qué, si nadie vio? ¿No fueron ellos
causa del alborozo que tuvimos?
Los Angeles, 10 de diciembre de 2003
971 - Noche de Reyes
Los zapatos, chiquillo, en la ventana,
la carta en ellos, y la alcoba oscura;
fría la medianoche se apresura,
también la misteriosa caravana.
La luna estalla en incursión temprana,
encendiendo de plata la llanura;
cuanto la fantasía hoy conjetura,
tal vez sea real por la mañana.
Duerme, mi niño; al fondo de tu sueño
tu eres el rey y el mago, único dueño
del país donde nacen los juguetes.
Al clarear despertará el encanto
de esta noche de intriga; mientras tanto,
duerme tranquilo, niño, no te inquietes.
Los Angeles, 10 de diciembre de 2003
972 - Amarga y sola
No has percibido el roce de la mano
que desmorona el alma a sacudidas,
deja sus energías abatidas,
y la desnuda de sabor pagano.
Ignoras la endeblez del ser humano,
tan frágil en ausencias y partidas,
porque albergando en ti múltiples vidas
degradas lo magnánimo a liviano.
Las manos que te rozan son rodillos
sobre tus superficies, o nudillos
llamando a alcobas íntimas vacías.
El tacto que penetra y transfigura
ni soledad implica ni amargura,
y amarga y sola vivirás tus días.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2003
973 - Instante
Cada poema es alma de un instante,
de algo que nace, tiembla, vibra y muere,
aletazo de un ángel, que requiere
ágil reflejo y eficaz transplante.
Relámpago en la noche, flameante
antorcha que se extingue, aire que hiere
como beso traidor de quien no quiere,
lengua de fuego, tacto palpitante.
Viene y se va; quien no vive al acecho
verá el aspecto material del hecho,
y perderá el valor de su mensaje.
Sólo el sentimental, el visionario,
verá cada Tabor, cada Calvario,
y lo revestirá de su lenguaje.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2003
974 - Unico día
Cuando escuches la voz que no quisieras
escuchar, porque es voz definitiva,
verás que el oropel que el tiempo archiva
es aventado al aire en mil maneras.
Fluctuante estará entre dos riberas
tu espíritu en esa hora fugitiva,
mas no navegarás a la deriva,
que siguen ruta fija esas galeras.
Cuanto viviste, amaste, padeciste,
pura sombra será, nada subsiste,
nada puedes llevar al otro lado.
Mas la voz no ha gritado todavía;
ama, vive y no sufras, que este día
el único es que se nos ha otorgado.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2003
975 - Es el ocaso ya
Tomo el pulso al amor, está muriendo,
cansado, desangrándose, marchito,
ha perseguido tanto lo infinito,
lo inaccesible, lo que vive huyendo...
Es el ocaso ya, va oscureciendo,
se adormece la luz, se apaga el grito,
y en esta quieta zona que transito
mi propia sensatez se va evadiendo.
Tan altas enmarcamos nuestras miras,
que al sopesar verdades y mentiras,
la fe abjura de su resurrección.
Llega la noche, y es su helado aliento
señal de muerte. Gime el sentimiento
en la cripta de la desilusión.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2003
976 - Desarmado
Para la guerra el arma y el soldado,
y el botín, y el laurel de la victoria;
mas para el alma fiel, ni paz ni gloria,
el amor queda siempre derrotado.
En su inocencia ha sido desarmado
de voluntad, análisis, memoria,
incapaz de estudiar su propia historia,
a merced de otras partes, maniatado.
Si la rosa se escuda en las espinas,
el reptil se protege entre las ruinas,
la asustadiza liebre al guarecerse;
si a los cachorros el león preserva,
si se ampara en veloz fuga la cierva,
¿por qué no sabe el alma defenderse?
Los Angeles, 12 de diciembre de 2003
977 - Contradictoria fe
Me sabes a fracaso; me sabías
desde que fuiste en mí sabor ligero;
al probarte mis labios, un reguero
de dudas, como pólvora, encendías.
Pero escogí la fe de fantasías,
fe de alucinación, fe de extranjero
que nunca hallará patria, de granero
abarrotado de ánforas vacías.
Contradictoria fe, duda y creencia,
vendar los ojos ante la evidencia,
y esperar que el fantasma se evapore,
sin desandar ni detener mi paso;
más bien que mi revés, fue tu fracaso,
no seré yo quien esta muerte llore.
Los Angeles, 13 de diciembre de 2003
Poemas
Otoño
Camino por octubre, y en las tardes vacías,
un poco de nostalgia, y un mucho de descanso,
como si ya en mi espalda no pesaran los días,
y el torrente impulsivo se hubiera hecho remanso.
Cada estación recoge sus flores o sus frutos,
no hay rosas en otoño, pero se dan racimos;
ya no importan las horas, importan los minutos,
no cuántos, sino cómo, y con quién los vivimos.
El invierno se asoma sobre los pardos cerros,
como un gigante mudo de inevitable paso;
es la niebla su aliento, y un silencio de entierros
le precede, anunciando soledad y fracaso.
Pero aún no es su momento, este momento es mío,
ni vivo primaveras, ni me atañen veranos,
éste es mi otoño, y amo, me engalano y sonrío,
y la vida desborda su intriga entre mis manos.
Los Angeles, 3 de diciembre de 2003